martes, 24 de junio de 2008

Todo lo que sucede río arriba llega río abajo

Río Arriba

Manuel de la Orden fue un inmigrante que llegó a estas tierras en 1884, pasó de dependiente a productor azucarero de un ingenio llamado San Isidro en el norte argentino, en Iruya. En sus comienzos fue el ingenio más importante de la zona, en el trabajaban de zafreros los kollas, que llegaban a esa zona en trenes, propiedad del ingenio. El ingenio fue el mas antiguo con un reconocimiento internacional, funciona hasta 1993, cuando lo cierran por problemas económicos. Vuelve a funcionar en el 2000, produciendo nuevamente. Muchos ingenios siguen cerrados.
Ulises de la Orden es el bisnieto de Manuel, realiza un viaje desde Buenos Aires hasta el norte para investigar sobre el antiguo ingenio y sus consecuencias en la cultura de los aborígenes, saber qué habrá sido de ésta cultura. Por la historia de sus familia se siente comprometido con la historia de los zafreros, le conmueve este pueblo. La familia de Ulises tiene una imagen de Manuel muy distinta a la que adquiere el propio Ulises, la familia lo ve como un héroe, un hombre notable, incluso la familia que reside en el norte. A medida que realiza su viaje cambia completamente la imagen que tiene de su bisabuelo.
Los kollas antes de que se instalara la zafra tenían su propia forma de producir, las terrazas de cultivo, con las cuales podían autoabastecerse, poniendo en ellas toda la tecnología campesina para la producción. Necesitaba la ayuda de toda la comunidad, una forma de cultivo milenaria, la conservación de la tierra, una forma de cultivo que se transmitía de generación en generación. Pero con la llegada de los españoles se empieza a cobrar un arriendo por sus propias tierras, les venden productos, haciendo que se endeuden. La forma de pagar la deuda era trabajar en las zafras, les pagaban con vales, que además solo podían usar en las proveedurías del ingenio. Pero cuanto más se endeudaban y más trabajaban en las zafras, más descuidaban sus terrazas, lo cual hizo que se inutilizaran. De esta forma nunca terminaban de pagar sus deudas, pero a la vez perdían su forma de abastecerse. Con sus terrazas canalizaban el agua de lluvia, pero al descuidarlas, los sistemas canalización desaparecieron y cuando llueve se producen aludes de piedra y barro, lo que se denomina “volcanes”, terrazas que se derrumban en forma de ríos, porque todo lo que sucede río arriba, siempre llega río abajo. En las zafras se trabajaba duramente, los que se rebelaban desperecían y los mataban, pero en la zafra decían que era obra del “familiar”, que era un demonio que se alimentaba de ellos para mejorar la cosecha.
El tren aparece como el medio de transporte para los que trabajaban en las zafras, pero no era un viaje en buenas condiciones, sino como ganado, venían peones desde la Puna. Se veía como algo revitalizador, que acercaba posibilidades a las comunidades mas lejanas, pero el progreso de este tren nunca llegaba a las zafras, allí todo el trabajo era manual, con jornadas de trabajo inhumano. Pero fuera del ingenio se presentaba el trabajo como una labor digno, los zafreros en buenas condiciones, las culturas originarias como algo que no existe más.
El ingenio destruyó una cultura, en éste los kollas contraían enfermedades y morían, no tenían otra forma de vivir, ya que no tenían más sus terrazas de cultivo. Tienen dos opciones, o darle trabajo a los zafreros con sus machetes o usar las máquinas y abaratar costos. En la actualidad muchos aborígenes se van a vivir a Iruya pensando que van a vivir mejor, vuelven sólo en época de siembra y carnaval. Pero no viven mejor, en Iruya si no tienen plata no viven. Pero los indios no son negocio, a ellos les gusta el trueque y así no necesitan plata. Sienten su cultura relegada por la religión del Dios y su cruz, que los confunde. Pero siguen adorando a la Pachamama, su valor y significado, resguardan su cultura. La vida del ingenio la consideran una vida triste, el hombre cortaba la caña y la mujer la pelaba, se criaron así, yendo y viniendo y recibiendo maltratos sí no cumplían. Ahora sienten que están mejor, tienen sus siembrita, sus artesanías y sus trueques. En el ingenio ya no los necesitan, tienen las máquinas, pero necesitan las escrituras de sus tierras para progresar.


por Florencia Colantonio

viernes, 13 de junio de 2008

monologo de amor

¿Por qué te fuiste? ¿Por qué no me dijiste que ya no querías más? ¿Qué tenias pensado seguir tu camino…sin mi? ¿Por que todavía no se nada de vos? ¿Por qué no me has dejado ni una carta, para decirme si te fuiste, si es que vas a volver, donde estas?
No puedo entender que fue lo que ocurrió, que fue lo que tu mente entendió, lo que tu corazón u orgullo dictó.
Llegar a casa y que ya no estés es un dolor, es el momento de llegar y saber que ya no estas, el que se repite día a día, que me incomoda y lastima. Quedarme sin vos… cuando pensaba que el resto de lo que me quedaba por transitar seria con vos, seria juntos, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad.
¿Por que te fuiste si la pobreza y la enfermedad nunca han golpeado la puerta de nuestro departamento?
Te di todo de mí, mis mejores años, mi juventud, mi cariño, mi comprensión, claro… mi comprensión. Jamás deje de entender tus asuntos, tus razonamientos y sentimientos. Inclusive aquel día que me dijiste que no me aguantabas mas, que yo te resultaba una persona odios, que mis caricias, mis besos y sonrisas, que yo te brindaba para que nunca dejes de ser feliz, eran un castigo para vos. Recuerdo bien claro tu frase destructiva: “¡Lo peor de todo es dormir con vos todas las noches!”.¡Como si fuera que no me baño! ¡Que tengo mal aliento! Si siempre tuve la boca fresca, las pastas dentales hiper-fresh siempre fueron mis preferidas. Esta bien…se que engorde algunos quilos desde que nos enamoramos, pero vos tampoco te mantuviste igual y eso no es culpa mía, vos fuiste quien siempre prefirió comidas saturadas en grasas antes que ensaladas y sushi y quien me hizo abandonar cada gimnasio que empecé por celos a los compañeros o los musculosos treiners. Inclusive esa vez te comprendí.
Pensé que se te pastaría ese fastidio hacia mí, que con el correr de los días y espacios de reconciliación todo volvería a ser tan mágico como lo era antes.
Lo intente, procure crear ambientes románticos y propicios para nuestro reencuentro pasional. Te espere más de una vez con luces tenues, velas, aromas a jazmines y esas suaves bosas, que tanto te gustan, sonando de fondo, pero nada funcionó. Todos mis intentos de acercamiento los despresiastes y todo continúo en la dirección, opuesta a mis deseos. Ya no dormíamos juntos (preferías quedarte en el sillón mirando tele y dormir allí en componía de Moño, tu gato pulgoso), no conversábamos sobre nuestros días y mucho menos sobre nuestros sueños juntos. Inclusive, no dejaste que continuara haciéndote los masajes de los sábados a la tarde, que antes eran tu deleite.
Soledad, es la que siento, tantos momentos vacíos que quedan en torno a mí. Caricias que mueren en mis manos, palabras que contracturan mi lengua y un amor, sabrán disculpar mi expresión, cagado por las palomas, esto es todo lo que hoy me queda. Aunque yo nunca vi a las palomas que hicieron esto.
No logro explicarme que fue lo que paso…pero ahora que vuelvo el tiempo atrás y me esfuerzo en entender, presumo que tu abandono fue premeditado, que desde hace tiempo que venias tramando esta huida de mi. Quizás no quise ver que tu rechazo no tenía solución, mantuve la esperanza de que tu corazón se ablandara y que cambiaras tu postura, pensé que recapacitarías y que te darías cuenta de que nadie en este mundo, a pesar de mis errores, te querría más que yo. Pero me auto engañé, preferí seguir creyendo, antes que perderte.
Fue en vano, te perdí igual y me dolió más, pues mi negación facilito la caída al vacío de mi corazón. Y allí me encuentro en el vació, tratando de recomponerme y de continuar una vez mas, pero ahora, sin vos Tomás.
Me resisto a creer la versión de la chusma de Elena, pues a pesar de ser una buena vieja se que siempre miro con recelos nuestra relación y que más de una vez oyó conversaciones del otro lado de la puerta. Pero la quiosquera me contó lo mismo que Elena y dudo de que exista una conspiración para explicarme que te pasó. Dicen que te vieron salir con unos bolsos y una caja grande, que en la puerta te esperaba un chico joven, de no más de treinta años. Elena me contó que vió todo desde su balcón y que en un momento alzasete la cabeza para mirar hacia nuestra ventana y allí vio tu rostro desconcertado y sobre tus mejillas sin afeitar lagrimas rodando. También vieron cuando él te abrazo y vos entre pena y disimulo corriste sus brazos de modo muy sutil.
No me lo han dicho, pero insinuaron que entre vos y él se percibía complicidad de enamorados… y es que en definitiva puede ser cierto.
Puede ser que te hallas enamorado de otro hombre y que por eso me hayas dejado a mi solo

lunes, 9 de junio de 2008

BAFICI

El BAFICI es un Festival de cine independiente internacional que se realiza en la ciudad de Buenos Aires, Argentina todos los años; organizado por el Ministerio de Cultura de Buenos Aires. Su trascendencia es reconocida internacionalmente por ser el evento más grande y prestigioso de América Latina. Se organiza en el mes de abril desde 1999, el año de la primera edición, por la entonces Secretaria de Cultura. En esta edición se usaron muchas salas dedicadas al uso comercial, se proyectaron películas extranjeras y nacionales, con una gran convocatoria. El año siguiente se repitió, con más convocatoria y cantidad de películas, además de otras actividades como talleres y charlas, así el festival quedó asentado y se repite todos los años, cada vez con más convocatoria, cantidad de películas y actividades.
A partir del 3ª Festival se empezaron a entregar premio a los cortometrajes, el Mejor y el de Mejor Dirección, además de los que ya se entregaban anteriormente a Mejor Guión, Película, Actor, Actriz, Dirección, algunas menciones especiales y el público vota su película favorita, que recibirá la Mención Especial del Público.
Este año se realizó el Festival del 8 al 20 de abril, haciendo de este espacio una forma de apoyar el desarrollo y producción del cine independiente. La selección de películas argentinas es poca, pero muy interesante y buena, según la crítica.
Yo fui a ver una comedia llamada “Dr. Plonk”, de origen australiano, en blanco y negro y muda, al mejor estilo Chaplín, sólo musicalizada con algunos instrumentos. La película se ambientaba en el año 1907 y el protagonista es el mismo dr. Plonk que un “en un día normal en su consultorio”, analizando grabados y planos llega a la peor conclusión: el mundo se terminaría en 101 años, o sea en el 2008, nadie cree esto, le piden pruebas, planteándose la mayor interrogante: cómo probar que el mundo se terminará en el 2008. Después de mucho pensar descubre que hay una sola salida, inventar una maquina del tiempo (usando la típica lamparita que se prende mágicamente cuando tiene una idea). Con la ayuda de su ayudante (Palaus, cruelmente maltratado por la mayor parte de los personajes, desde el dr. hasta la esposa de éste y el cochero) y también de su mujer, y por qué no del perro (Tiberius, con un gran amor hacia las pelotitas de goma). Después de mucho investigar, y construir, usando todos los relojes para la máquina del tiempo, logran el cometido, claro que dicha máquina es una especie de artefacto a cuerda con palancas y se viaja en el tiempo en… ¡un cajón de madera! (una especie de ataúd, en el cual llegan a viajar hasta tres personas, desde el dr., el ayudante, el perro, la esposa y también el primer Ministro de Australia). El primer viaje en el tiempo es realizado por el perro… que insólitamente vuelve con una gran cantidad de pelotas de goma, el ayudante también viaja al futuro y vuelve convertido a la cultura rastafari y con una mujer. El dr. decide viajar él mismo para ahorrarse la pérdida de tiempo, claro que la máquina se maneja desde el laboratorio y debe pedir ayuda tirando de una campanita, hete aquí que el ayudante no escuchaba la campanita… ¡por qué es sordo! Metiendo, de esta forma, al pobre dr. en graves problemas, desde casi ser atropellado por un tren, o morir ahogado en el medio del mar o ser apresado por una gran cantidad de aborígenes. En uno de sus viajes el dr. se sorprende de la actitud de la gente que se sienta mirando al frente, mejor dicho a una caja (sí, una televisión), extrañado ante esta actitud decide investigar. La televisión transmite continuamente una propaganda “el fin del mundo llega a tu pantalla”. Siguen los intentos desmedidos del dr. de llevarse una de “esas cajas” como prueba de que sus conclusión no era errada. Claro que ante todos estos intentos en el futuro llegan a creer que el dr. era un terrorista, y están muy dispuestos a atraparlo, especialmente cuando el dr. se queda en el futuro y no puede escapar, debido a los juegos continuos del ayudante y de la esposa del dr., que traen y llevan el ataúd/cajón desde su presente hasta el futuro, una y otra vez, para curiosidad de la policía que no entendía ese artefacto que aparecía y desaparecía. Cuando por fin atrapan al pobre dr. éste queda preso por “terrorista”.
La película, ya que era muda, era acompañada por la música, que dirigía la acción,
acelerándose cuando la escena era de mucha tensión y tomando un toque “cómico” cuando la escena era, justamente, cómica. Con muchos gags cómicos visuales, acompañados por una especie de “guía” en la pantalla de varios diálogos escritos, a veces reflexiones del dr. y frases de famosos que acompañaban la acción (“la desgracia empuja a los grandes hombre al descubrimiento”). El viaje, además de ser en el tiempo, también es en el “tiempo del cine”, ya que la película en blanco y negro es llamado cine primitivo… viajando desde ese cine hasta el futuro con cine en color y grandes letras e imágenes de “el fin del mundo llegará a tu pantalla”. Además el personaje principal es un hombre que ve más allá de su época, ya que no trata de resolver un problema presente, sino el problema de que el mundo se terminaría en el futuro. Por lo tanto no es casualidad que la película esta ambientada en ésa época, ni que sea en blanco y negro y muda.
Lo que me llamó la atención del Festival en sí, es que casi nadie sabía que era, y tuvo bastante difusión, pero me di cuenta que cuando uno no sabe qué es no le llama la atención esta propaganda. Yo, personalmente no sabía que era hasta ahora y a todos los que les pregunté (mayormente gente de mi edad) tampoco. Pero aún así en la salas de cine predominaba la gente más joven, muy pocos eran personas mayores, del mismo modo que muchos de los que estaban en la sala comentaban otras películas o incluso actividades del festival, demostrando que se habían interesado en éste. De todas formas se nota que el festival cada año tiene más difusión que los años anteriores y que cada vez hay más gente interesada en él.

por Florencia Colantonio

viernes, 6 de junio de 2008

Un segundo sin

Casi siempre que viajo leo. A veces escribo. No me gusta echar a perder ese tiempo en el que voy sentado y miles de incertidumbres me acompañan a donde vaya. Pero de vez en cuando, entre renglón y renglón, me detengo un segundo a ver dónde estoy y qué me rodea.

El hecho de ir leyendo, implica una búsqueda constante, al igual que escribir. Aunque a veces, en un segundo, todo parece detenerse. Levanto la vista y ahí está la foto y en ella la gente con sus celulares, sus emepetrés, sus siestas, sus charlas sobre ningún tema, sus diarios comprados "a voluntad" y sus vistas perdidas entre un paisaje que no termina de quedarse atrás.

Y acá yo, en un instante en el que todo se detiene y pierde sentido, en el que las cosas hechas fueron en vano y cualquier pensamiento es una falta de respeto a esa sintonía en la que no logro entrar. Es ahí donde empieza el otro viaje, el de la birome deslizándose de izquierda a derecha sobre el papel renglón por renglón, vascilando entre caracteres "desprolijos" sin coordinación. La mano navegando en birome sobre un calmo mar de celulosa que conduce a mil puertos en distintos sentidos.

Me pregunto siempre qué pasará por esas mentes, por qué siempre parecen tan felices, para qué viven, qué es lo que buscan si acaso buscan algo, qué busco yo, para qué estoy acá y qué quiero hacer si es que en realidad tengo que hacer algo.

Me pregunto también qué voy a hacer por los demás, si es que hay que hacer algo por ellos; qué voy a hacer por el flaco ese que está parado con la mirada perdida, por la chica sentada frente a mí que me mira con disimulo y trata de adivinar qué estoy escribiendo. Me pregunto qué voy a hacer por vos.

Ni siquiera sé para qué escribo esto y no sé si sabés bien vos por qué lo estás leyendo. Por un momento, siento que todos saben lo que quieren menos yo, que me pregunto tantas cosas y no consigo ninguna respuesta. Será que ellos no tuvieron que preguntar para saberlo.

Es un instante en el que todo se detiene, yo soy el centro del mundo, el que tiene la palabra, la decisión, la potencia de hacerlo todo y, a la vez, nada, no existo. No en el mundo de ellos. Hasta que me acuerdo de vos y todo vuelve a su lugar, no necesito respuestas porque ya no hay más preguntas y el sentido de escribir caducó.

Por Mariano Gaik Aldrovandi

jueves, 5 de junio de 2008

Viaje hacia la pintura

El sábado me desperté sabiendo el día que me esperaba, sabía que tenía que ir a ver la exposición a la Boca, pero no me emocionaba la idea, nunca me interesó demasiado el arte. Después de comprobar que la exposición iba a abrir después de las 12:00hs y que no podía ir mas temprano convencí a mí hermana para que me acompañara. El viaje en el 152 me gustó mucho, conozco muy poco Capital y andaba contenta con mi guía FILCA cual turista, haciéndole preguntas a mi hermana. A la Boca fui una vez cuando era muy chica así que no me acordaba demasiado, lo asociaba con calles largas de empedrado, casitas pintadas de colores muy llamativos y como temas centrales el fútbol y el tango. El hecho que sea gallina de alma puede influir un poco en que el caminito no despierte mi interés.
Ni bien me bajé del colectivo noté un olorcito muy característico y me acerqué a la feria, ya que las ferias es una de las cosas que más me gustan de cualquier paseo turístico. Esta feria está al lado del puerto, también vi el puente viejo, que es muy conocido, en mi caso por fotos. Como imaginaba el escenario estaba dominado por el fútbol y el tango más que nada, retratos de Maradona, paneles de jugadores de fútbol y en es especial un panel de un equipo, atrás de un arco, pero éste era de verdad y estaba en la vereda. Había placas de tango y fútbol dibujadas para que uno posara poniendo la cabeza en un cuerpo dibujado, y se sacara una foto de a uno con Maradona (pintado) o con un tanguero, o de a dos para una tanguera y un tanguero. Parejas bailando tango copaban el caminito, muchos bares temáticos, estatuas de personajes famosos en algunos balcones como de Maradona, Evita, el “Che”, Gardel, con las cuales te podías sacar fotos… si pagabas, claro. Una estatua de Borges en una cafetería, con la cual uno se podía sacar fotos y hasta un doble de Diego Maradona de carne y hueso… con mucha actitud “maradoniana”, panzón y todo. Lo que me gusta de la Boca son los colores de las casas, que sean de varios y llamativos colores, hace de la Boca un barrio diferente al resto. Cada tanto alguno me pregunta de donde soy, ante mí respuesta “de provincia” muy pocos ofrecían venderme algo, su presa favorita son los extranjeros, los cuales aceptan precios mucho mas altos de los que puede pagar un argentino promedio.
El conventillo verde apareció casi de la nada, me costó un poco encontrarlo, ya que me había metido por otra calle y tuve que preguntar como llegar. En la entrada un cartelito que informaba que el conventillo verde se había hecho galería, en 1863, y se mantenía gracias a la cooperación vecinal. Ni bien entré me llamó la atención la música, que ayudaba a darle ambiente a la galería, y no pude etiquetar en algún género. La galería confunde porque a simple vista parece un lugar humilde, lo que no es, por lo menos del todo, el lugar donde se exponían las pinturas estaba muy bien cuidado, tenía ventanales altos con barrotes. La cocina del ex conventillo, por ejemplo estaba en uso y no en exposición, era un vestigio de ellos mismo, tenía obras de pintura, sino muchos afiches del “Che” o de Fidel y las cosas muy comunes de una cocina, pava, hoyas, etc. Había más de una exposición de pinturas, además de esculturas en la entrada del trompetista que ya habían comentado en clase y una con una guitarra pero sin nombre, la otra que comentaron en clase no estaba. La exposición de la otra pintora era muy linda, me dio la impresión de que era más realista que la de Celia Güichal, pintaba muchas escenas del caminito, también del puerto, del tango y alguna de bares.
La exposición de Güichal me gustó mucho, fue bastante contrario a los que esperaba, como dije no me interesa demasiado la pintura y más que nada fui a la exposición solamente por cumplir. Sus pinturas eran muchas del norte, de la Argentina y de otros países que comparten algunos elementos de la cultura, de sueños, utopías; los colores eran muy llamativos y lindos, algunos cuadros eran más marcados y realistas que otros; pero más que nada me dio la impresión de que en la mayoría había un elemento “oculto” que la artista esperaba transmitir al público, deseando que éste interpretara lo que la autora sentía. Por ejemplo una obra que se llamaba “Vértigo en Maimara”, me pasó algo muy raro, cuando la vi en la galería no me llamó demasiado la atención, no noté, hasta que vi la foto del cuadro en la computadora, que lo que simulaba ser el agua en el cuadro en realidad era una persona que parecía zambullirse entre los cerros, busqué Maimara y resultó que significa “estrella que cae”, tal vez la persona simbolizaba una estrella que cae.
“La Pachamama” me llamó mucho la atención, por los colores y el estilo con el que la había pintado y además porque cuando era chica leí un libro que contaba historias de aborígenes y de esa forma aprendí que era la Pachamama y como la homenajeaban los indios, los collas (en mi libro). La Pachamama es la Madre Tierra que protege y ayuda, para muchas culturas del norte, que creen en ella, la tierra es sagrada porque es parte de nosotros y nosotros somos parte de ella, la homenajeaban con un altar donde dejaban un poquito de comida, para que los ayude y alegre.
Otra pintura que me llamó la atención, por el contraste de colores, era “Hacía la liberación” y estaba dividida en dos partes; de un lado, tenía colores mucho mas llamativos y alegres, y los personajes estaban representados de la misma forma, era el lado “libre”; mientras que del otro lado todo era negro y gris, igual que los personajes, era el lado “oprimido”, que deseaban ir “hacía la liberación”.
Un tema muy recurrido en las obras eran los sueños y el viaje, en una pintura, “Regreso al hogar”, se veían una calle y más arriba, sobre las nubes, las líneas de un tren… que iba hacia algún lugar, pero en este tren los vagones tenían la forma de casas, de “hogares”, el viaje mismo era su hogar, es decir que el hogar no era un lugar en concreto, sino que cualquier lugar hacia el que fuera en su viaje sería su hogar. La pintora aclara que ella pinta sus sueños, que busca comprenderlos como mensajes de una voz sabia. Debajo de la pintura “La isla de la utopía” señala que “hace mil años que sueño”, claro las utopías son eso, sueños, lo ideal muchas veces, es casi una forma de salvación, un ideal al cual llegar, a veces usado para denominar lo irrealizable e inalcanzable.
Tal vez los sueños son una forma de viaje, una forma de encontrarnos a nosotros mismos y encontrar nuestro “ideal”, tal vez vivimos en un sueño, que es como nuestro hogar.


Por Florencia Colantonio (comisión 60)

domingo, 1 de junio de 2008

Prisionero de guerra

“Caminé por las calles desiertas, o casi desiertas, de una zona de chalets. Algunos habitantes, a pesar de la hora matinal, ya estaban levantados; me miraban desde los garajes. Parecían preguntarse qué estaba haciendo yo allí. Si me hubieran abordado me habría costado mucho contestarles. En efecto, nada justificaba mi presencia allí. Ni en ninguna otra parte, a decir verdad.”

Hacía ya casi dos meses que la guerra había terminado, por lo menos así lo dispuso nuestro enemigo, cuando dio el ataque final que diezmó al escuadrón principal.

Recuerdo que el retiro de tropas había sido inmediato. Varios aviones y helicópteros nos buscaron para llevarnos de vuelta a casa. A donde vivía antes, cuando todavía tenía una vida. Yo fui uno de los pocos que sobrevivió de mi división y el único que –hasta por lo que sé- hoy sigue aquí. El resto se volvió. Me invitaron, me insistieron, me forzaron a correr hacia el improvisado aeropuerto donde se había acercado mi avión. Pero no. No quise ni lo dudé. Otra vez no.

Cuando empezó la guerra, yo tenía tan solo veinte años. Hacía una vida normal. Por la mañana estudiaba y por las tardes trabajaba junto a mi padre en el campo. Siempre nos decían que la invasión era muy importante, que había que apoyar la causa. Yo nunca la defendí, pero tampoco me opuse.

Con el transcurso de los meses, la cosa fue empeorando. Y ahí empezó todo, o terminó –mejor dicho-. Una mañana en la que yo no estaba, dos oficiales del ejército fueron a buscarme a mi casa, para que me alistara a las tropas. Yo tenía la libertad de elegir. Pero en el caso que mi decisión fuera negativa, tuvieron la amabilidad de avisarnos que la cosecha de ese año no sería tan buena. En fin, la moda de las avionetas fumigadoras no había terminado.

Cuando mi padre me contó lo que había sucedido, yo no dudé. Fui al regimiento de mi zona y me alisté.

Recuerdo que a la semana ya estaba en el barco viajando al campo de batalla. Por lo que nos decían, la cosa era fácil. Nosotros, súper potencia mundial del exterminio, íbamos con todos nuestros miles de millones de dólares en armamentos a depositarlos en tierra del enemigo tercermundista y encima de una cultura totalmente ajena a la nuestra. Cuando llegamos, nuestro anfitrión nos recibió con un contundente y abundante ataque tierra-agua, por lo que el desembarco resultó un verdadero desastre.

Calculo que un cuarto de la tripulación murió en el acto. El resto, separados y a la deriva, comenzamos a disparar para donde pensábamos que estaban los nativos, o sea, los malos.

Hoy ya hace cinco años que estoy acá. Hace dos meses terminó la guerra que nosotros empezamos. Me trajeron por la fuerza, y así también me quisieron llevar de regreso. Pero yo no quise volver, no otra vez. Ya escuché los rumores de que nuestra superpotencia enemiga tiene armas nucleares dirigidas hacia nuestro territorio.

Esta vez no. Ya lo perdí todo, dejé a mi familia, mi trabajo, mis proyectos, mi vida por una causa que nunca apoyé pero a la que tampoco me opuse.

Ya caminé bastante y lo voy a seguir haciendo mientras no tenga donde quedarme. Por las noches duermo con el fusil bajo el brazo. Está descargado. No tengo miedo, el enemigo ya se fue.

Por Mariano Gaik Aldrovandi